Aparatos funcionales
Son aquellos que únicamente realizan modificaciones funcionales y luego dan lugar a cambios estructurales.
Este tipo de aparatos tiene su indicación durante la dentición temporal o la dentición mixta. Simplemente con su presencia modifican el funcionamiento del sistema sobre el que actúan.
Al cambiar la dirección e intensidad de las fuerzas musculares también producen desplazamientos dentarios o maxilares. El uso de aparatos funcionales requiere de una gran colaboración por parte del paciente.
Aparatos removibles
Son aquellos que se puede quitar el mismo paciente. Con ellos se pueden aplicar presiones controladas sobre los dientes que se desea desplazar, mediante la acción de elementos mecánicos activos, como resortes, arcos, tornillos.
Estos aparatos actúan directamente desplazando los dientes sin tener nada que ver en las fuerzas que participan en las funciones de masticación, deglución, fonación y otras.
Son comúnmente conocidos como “placas” y son de gran utilidad para la expansión de los maxilares, sobre todo del superior, en especial para las mordidas cruzadas y leves apiñamientos.
Aparatos fijos
Son los únicos que, debidamente utilizados, pueden realizar todo tipo de movimientos, como enderezamiento, torsión y rotación. Tienen la capacidad de desplazar de forma individual a todas las piezas dentarias en cualquier dirección, cosa que no sucede con otros aparatos.
En muchas ocasiones es necesario el uso de elásticos intermaxilares, que proporcionan la presión necesaria para mover dientes y maxilares hacia sus posiciones correctas.
Una vez quitado los aparatos fijos, termina el tratamiento activo pero queda un paso muy importante todavía llamado de retención. Los retenedores están diseñados para mantener los dientes en su posición correcta hasta que hueso y encías se adapten al cambio. En caso de no llevarlos se corre el riesgo de que se vuelva a la situación anterior al tratamiento.